domingo, 19 de abril de 2015

Que putas

Creo que ya puedo empezar a sentirme como un artista, aunque no desarrolle periódicamente una actividad artística. Solo es una sensación, un cambio de época. Coincide un poco con el advenimiento del equinoccio de primavera. Aqui no tenemos primavera, solo invierno y verano, asi que no se exactamente como interpretar eso, quiero decir, esotéricamente. Anoche fuimos otra vez al bar. Al chupadero. Siempre nosotros los mismos perdidos. Es un bar temático de rock. Yo no escuche todo el rock que debía escuchar. Escuché lo que tenía que escuchar, leí lo que tenía que leer. Ya no puedo, no quiero leer más. Ya no puedo empezar otra vez de cero. Voy a escribir sin estarme nutriendo de buenos libros, a la buena de dios, desde una concha vacía. Sorprendetemente una concha vacía era lo que estaba sobre la segunda mesa en que estuvimos. Imaginate: una concha vacía en una mesa llena de maricones. Tiene que significar algo.Ya se habia marchado el artista, el negro se lo llevó. La risitas estaba con su última conquista en otra mesa. Nosotros con el largo y su hermanito Charly vietnamita estabamos con la grulla de putos y maricones que se tomó el bar por asalto. Pero entre ellos venia ella, la pequeña Fiona. Resignada y reseca como una roca. Antieufórica. Al ser una de las pocas, quizá una de las dos mujeres en el bar, y además de eso, en una mesa llena de homos, pues brillaba como una manzanita de oro.

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